martes, 11 de noviembre de 2014

La satisfacción



Cuando la gente de a pie, los que pasan los días y las noches en el hospital sobreviviendo como pueden, te agradecen el tener un bidón de agua al alcance; se lavan las manos y te miran con gratitud mientras te dicen unas palabras en lingala y te dedican una sonrisa, te das cuenta de la importancia de nuestro proyecto, de haber dado en el clavo. De las buenas ideas que tiene mi querido Rodrigo. De la buena inversión que hemos hecho. Nos demuestra, una vez más que con poco, podemos hacer mucho, que hacen falta grandes proyectos aquí, por supuesto, pero que mientras lleguen, se puede ir adelantando mucho. Toda esta gente, hoy tiene agua. Agua limpia y a su alcance. Agua, jabón y papel para poder mantener una higiene básica, fundamental en un hospital. Y lo agradecen.


Con un poco más de tiempo y presupuesto se podrá hacer una buena canalización, con todo lo que conlleva. Pero la realidad es el ahora. Aquí se vive el presente más que en ningún sitio que haya conocido. Y estas familias pueden lavarse HOY. Igualmente, enfermeras, médicos y demás personal del hospital, cuando vayan a abrir el grifo y se encuentren que no sale una gota (es decir 20h al día, aprox.) tendrán un bidón al lado con 50 litros de agua. Transparente, clorada… con jabón y papel. Os podéis imaginar lo que cambia esto las cosas.
Ya quedan pocos  bidones por colocar. En la escuela, que también era necesario. El trabajo ya está casi terminado. Sólo queda lo más importante, la continuidad. Para lo que hemos contratado a un responsable, que se muestra emocionado con su nuevo trabajo y su bata blanca. Su historia, conmocionante como tantas aquí, os la contamos otro día.
 La continuidad de los proyectos y su mantenimiento siempre son la parte que más miedo da, pero confiemos en el buen hacer de las personas que se quedan aquí. Ver la importancia que le dan a nuestro proyecto y lo contentos que se muestran, nos hace tener mucha esperanza.
Gracias a todos los que hacéis esto posible. Gracias a la cabecita de Rodrigo. Gracias a la posibilidad de vivir esto. GRACIAS



 


 ESCRITO POR PACHÚS BARBÓN, DESDE KINSHASA, GRACIAS A TI.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Las estrellas

Lo bueno de no volver a los mismos bares es que encuentras paraísos que desconocías. Papa Lema nos ha llevado a un tugurio muy bien puesto. Poca gente y con cerveza cara. Sonaba la música de un tal Pepé. Que ya murió. Y esa fue mi despedida de Kinshasa. Después volví al bar del aeropuerto, al de siempre, al bar local. Esta vez no había nadie y me senté a escribir. Los asientos eran los mismos que hace unos meses pero se hacia evidente que muchísimas posaderas habían desgastado su cuero de dudosa calidad. Hace unos meses me sentía cómodo sobre sus cojines, hoy noto los hierros y no encuentro una posición agradable. En esta tierra nadie cuida las cosas. Estoy solo. El bar está al final de un cajellón y no parece si quiera que esté abierto. Me siento, Primus, y a escribir. Acabo de dejar a mi compañera, a la que le espera un gran viaje de vuelta entre atascos, suciedad, olores... Y vuelta a la pediatría. Por lo menos la cerveza esta "malili makasi" (muy fría).



Haciendo la cola de facturación puedes ver quien tiene caché y quien no. Delante mío una señora, blanca, que no habla francés y que no se entera de mucho. Parece monja. Delante de ella una pareja de las Naciones Unidas. Lo ves en sus pasaportes azul clarito, pero también en su vestimenta de coronel tapioca. Pantalón multibolsillos, camisa y barriga. 
Después viene el control de Ebola, nuevo para mi. Menos mal que no tengo fiebre, el disparo a distancia marca 36,6 grados. Rellenas un papel para fichar tus movimientos. Hace frío. Estos congoleños tienen la manía de poner el aire acondicionado a máxima potencia. El servicio que se ocupa de mantener limpios los lavabos me agradece los 500 francos que les doy cuando salgo de hacer uso de ellos. Aguas menores. Valentin, el jefecillo del baño, afirma sonriente que es del Barcelona, así que bromeamos sobre que no podremos ser amigos. En realidad yo no entiendo de fútbol, pero aquí en África es una buena manera de comenzar una relación social. El fútbol. Lo encuentras por toda partes. Y es que lo fácil del fútbol es que no hace falta ni un balón. Unos trapos adiestradamente atados puede hacer las veces de objeto rodante. El resto es correr descalzo e intentar alcanzar las piedras que hacen la portería del equipo rival. Es universal el dividir los equipos de muchachos con camiseta contra muchachos que no la llevan.





No quiero, pero debo partir. Los proyectos están arrancados y funcionando. Mi compañera se queda para asegurarse una semana más que siguen viento en popa y eso me deja muy tranquilo. Quizás, gracias al lavado de manos, consigamos cambiar la mentalidad de la población con respecto a la higiene. Y con ello, reduciremos la elevada tasa de mortalidad. Cada cual tiene asignada, y esperemos que interiorizada su responsabilidad y su misión dentro de nuestros proyectos. Estoy feliz. Todavía queda más de hora y media para embarcar. 

Subrealista. Acaba de entrar un joven, estridente, extravagante, con pendientes y tatuajes al que acompañan 4 policías y 3 con walkie-talkie que parecen guardaespaldas. Uno de ellos me mira pidiéndome permiso para que la estrella se siente a mi lado. Creo que se trata del Justin Bebear del Congo, y por supuesto le digo que si. Cuando se sienta no me mira, sigue hablando con su séquito, por lo visto va rumbo Suiza. La gente se empieza a amontonar alrededor de mi mesa, así que decido sacar una bolsa de plátano salado que las amigas del opus de me habían preparado. Se la ofrezco y rápidamente acepta y se pone a comer. Aunque todavía no soy de su nivel, y no me mira, poco a poco rompo el hielo y nos vamos haciendo amigos. Aparece gente de todos lados para hacerse una foto con él. Alguno de ellos insiste en hacérsela conmigo también. Al fin y al cabo estamos compartiendo mesa y cerveza. Por supuesto tengo que invitarle a tabaco. Miro de reojo hacia los lavabos y veo como Valentin me levanta el pulgar en señal de victoria, no para de sonreír y de mirarnos. Por fin, hablamos un poco, y me cuenta que el también fue un niño de la calle, y que hoy es mundialmente conocido. Que no quiere vivir fuera del Congo, que quiere trabajar por su pueblo y sus niños. De hecho dice que tiene una asociación. Así pues, le invito a nuestra pediatría, a la de Maman Nkoko, la de los niños. Nos intercambiamos teléfonos y dice que llevará ropita a nuestros niños. Ojalá. No vuelvo a ver a la estrella. Mientras, en París llueve y hace frío. 06:30am




domingo, 2 de noviembre de 2014

Brindo por los héroes del siglo XXI

Lo bueno de pasear por entre las callejuelas de Kimwenza es que todo esta lleno de color, de olor y de risas. Bonjour nos dicen madres, padres y niños. Sobre todo los niños. Este barrio no queda muy lejos de Kimbondo, aunque el tiempo que invertimos en la carretera bien podría cubrir la distancia entre Madrid y León. El atasco se convierte en una pesadilla en la que los monstruos son los camiones atravesados y abandonados en la cuneta. Los diablos, los chinos que pretenden mejorar la calzada pero sin tener en cuenta el perjuicio que causan a los que intentamos circular... This is madness. Ningún sentido de la paciencia, algunos autos intentan adelantar por la derecha otros por la izquierda, todos ellos empeorando el caos.

Allá en la montaña, cerca de un repetidor antena de movil, encontramos un pequeño dispensario, muy humilde, muy pobre. Pero muy limpio y digno. El medico, jefe, director y coordinador está sentado bajo un árbol cuando nos acercamos en el 4x4. Tiene pinta de agotado. Ayer tuvo que atender un parto de más de 22 horas. Él solo. Por 150$ al mes que llegan desde alguna parte de Europa, creo que de Italia. La farmacia da pena, el paritorio llama la atención por la sencillez. Apenas unas peras de succión para aspirar las mucosidades de los recién nacidos, una tabla ginecológica y una balanza para pesar a los que llegan al nuevo mundo. Pero al entrar al quirófano no puedo creer lo que afirma que hacen allí. Hernias, extirpación de miomas... Todo lo que puede hacer con ketamina, incluyendo cesáreas.

Pocos medios, pero muy digno y limpio. Sin medios, pero volcado en su gente. Y ¿saben?, comenzó como matrón con una monja que le enseñó el oficio. 





De vuelta a la pediatría todo sigue "malembe", es decir, lento, muy lento. Malembe, malembe. Pero el proyecto del agua, que todos afirman indispensable, incluso los mundeles (blancos) que nos visitan, sigue pa'lante. Lucha con el que vende los cubos, lucha para encontrar el cloro, lucha para conseguir jabón a buen precio, lucha para construir la estructura de soporte, lucha con el responsable del proyecto para que robe lo menos posible, lucha continua. Todos los días planeamos el cronograma, cronograma que habrá que volver a cambiar al caer la noche, sabiendo que al día siguiente habrá que cambiarlo otra vez más. Su concepción del tiempo no se ajusta jamás a nuestro cronograma.



Da gusto ver niños que hace unos años vivían en la pediatría y que hoy van a la universidad. Se han hecho mayores y están luchando por hacerse un hueco como personas respetadas dentro de su comunidad. El padre les paga los estudios y ellos le llaman para contar qué tal van. Y cada cierto tiempo vienen a la pediatría a visitarlo. Sus chicos se han hecho mayores.

Hablaba antes de lucha, pero estos chicos son los que de verdad tienen que luchar en su vida. Luchar para poder estudiar, igual que el doctor de Kimwenza tiene que luchar para salvar vidas a diario. Para mi son las historias de los héroes del siglo XXI, y estoy feliz de haberlos conocido y poderos contar sus historias. Me siento un privilegiado, y aunque nunca leerán estas líneas, levanto mi vaso de Primus y brindo por ellos. Les animo a que ustedes hagan los mismo. Brinden por todos los cada día se levantan para luchar contra lo imposible. Gracias por encender la luz del camino, por poner amor en el caos. Gracias por dejarme conocer sus biografías. Brindo por ello. Salud.







martes, 28 de octubre de 2014

Ilusión de agua

Lo bueno de una ducha con presión es que sientes que te quedas limpio. Por arrastre. Aunque sea fría, porque la de ayer, a la misma temperatura no la podemos llamar ducha. Era simplemente un chorro de agua, suficiente para tardar en llenar una jarra de cocina mas de dos minutos.
Mientras France24 y el resto de televisiones hablan de Ebola, nosotros hacemos cosas más humildes. El hospital pediátrico de Kimbondo tiene dificultades, como tanto otros, para facilitar el agua en condiciones a su gente. Eso incluye visitantes y pacientes del centro, pero también a los trabajadores. Quiere decir que sus enfermeros, médicos y auxiliares no pueden lavarse la manos con la frecuencia que sería deseable. Y eso queremos solucionar. Ellos quieren, lo conocen. Lo han pedido. "Pero hace falta la platita", diría el doctor Rios. 
Hemos comenzado el proyecto de agua básica para el hospital con la compra de materiales y la elección del personal. Ninguna de las dos fácil. Unos dicen que aquel te roba, pero otros juran que es un buen trabajador. Y otros aseguran que aquello que estas comprando, es a buen precio, aunque a ti te da la impresión de que es precio "mundele" (blanco). 
Hemos comenzado con la formación del responsable del proyecto de agua, y hemos hablado con las autoridades, tenemos el conocimiento y todos eso que dicen los manuales. Ahora lo pones en practica y es bonito como se convierte en realidad. Con todas las dificultades que desconocer una cultura te puede suponer. Trabajas con ellos, pero cada día te asombran, cada día aprendes y te das el coscorrón. Fuerte.

Nuestro carpintero va a construir unas estanterías para uno de los almacenes. Nuestro carpintero perdió cuatro dedos de la mano en el mes de julio, a finales. Y no puede dejar de trabajar, no tiene seguro que asegure la vida de su familia y, mientras se acostumbra al nuevo movimiento de sus cercenadas falanges, redacta un presupuesto. Te dice que fue a medir el cuarto y que conoce las medidas. Pero al rato te dice que redactó el presupuesto en el autobús de vuelta al hogar. Presionado por el blanco que quiere el trabajo listo a un ritmo que no cuadra sobre el terreno. Por eso el presupuesto esta mal, por eso le das a él el trabajo y no preguntas. Pagas por que lo que quieres es ver ordenado aquel caos de almacén que está repleto de riqueza necesaria para la pediatría, y sus usuarios.
Tengo buenas sensaciones y buen karma. Estoy ilusionado viendo que el proyecto de agua e higiene básica va a funcionar. Y es gracias a ti que lees estas líneas. Gracias. 

Ilusión de ver nuestros WC listos y funcionando.



martes, 22 de octubre de 2013

El Chik

El chick es como se conoce vulgarmente en Kinshasa. A lo largo y ancho de la pediatría, en la época seca, crece este pequeño parásito muy molesto para el pié.
Realmente su nombre es Tunga Penetrans,


La tungiasis es una enfermedad parasitaria cutánea. Se adquiere por contacto directo de la piel con el parásito adulto, generalmente en suelos arenosos y húmedos. Aparentemente la enfermedad es originaria del continente americano y desde allí se extendió en el siglo XIX debido a tripulaciones infectadas de los barcos. Hoy día es endémica en Centro y Sudamérica, África tropical, costa oeste de India, Pakistán e islas Seychelles. Afecta exclusivamente a la piel.
La causa es una pulga llamada Tunga penetrans o “pulga de la arena” o “nigua”. El adulto mide 1mm, tiene un color rojizo amarronado y vaga libremente por terrenos arenosos o por el barro. Los machos mueren al poco de la fecundación y las hembras necesitan completar el ciclo en un huésped. Cuando consiguen adherirse a la piel del huésped, la cabeza penetra en la epidermis rompiendo la queratina por mecanismos que todavía no están bien aclarados. Se aloja entre la epidermis y la dermis, se alimenta de sangre de los pequeños vasos dérmicos y crece siempre con la misma orientación: la cabeza en la dermis y la cola hacia el exterior para respirar y eliminar los huevos. La pulga crece hasta 1 cm a expensas del abdomen, sobre todo por el gran tamaño que alcanzan sus ovarios llenos. Una vez los huevos están maduros y en número 100 ó 150 (lo que ocurre más o menos al cabo de 2 semanas), se eliminan todos los huevos y el adulto muere eliminándose poco a poco. Posteriormente se reepiteliza el cráter. Los huevos en el exterior se rompen y sale una larva que, tras formar un capullo, da lugar a un adulto en unas 3 ó 4 semanas. 
La afectación es sólo cutánea y la lesión inicial es una pápula eritematosa no pruriginosa de pequeño tamaño. Cuando la pulga crece, se transforma en un nódulo eritematoso, pruriginoso con un centro negro (lesión en ojo de buey), que puede llegar a impedir el caminar. Es muy frecuente que haya una infección bacteriana secundaria y que el cuadro se presente como un absceso cutáneo. Ocasionalmente puede ser causa de celulitis con o sin pústulas, diseminación subcutánea, erisipela y linfangitis. La presentación más frecuente con diferencia es en los pies, sobre todo en tobillos, dorso y espacios interdigitales. También son frecuentes en área plantar, especialmente en niños. Otras localizaciones menos habituales son áreas glúteas, periné y genitales, sobre todo en niños por su hábito de permanecer sentados en el suelo.
Las lesiones son tan características que normalmente no se confunden al verlas, y más cuando se trata de alguien que vive en área endémica o que ha viajado allí en las últimas semanas.
Consiste en la extracción del parásito con una aguja estéril tras la desinfección tópica de la piel. La intervención no suele ser problemática. En caso de sobreinfección bacteriana puede ser necesario utilizar antibioterapia y drenaje del material purulento(1).



Muchas veces en África encontramos otro tipo de medicina. Los textos aconsejan usar una aguja estéril, sin embargo he podido comprobar que los enfermeros sobre el terreno no son partidarios de utilizar este utensilio. Prefieren afilar un pequeño palito, lo más que pueden, pero sin llegar a ser una aguja. Y es que la técnica que ellos manejan incluye un punto importante. No pinchar el abdomen que contiene los huevos, extraerlo entero, y después quemar el parásito entero. 
Se trata de enfermería tropical, y los enfermeros locales siempre tienen experiencia con estas patologías, llevan realizando las técnicas mucho tiempo, atrévete a apender y aprehender de ellos, y mejoralo, y crecéis juntos. Quizás no sea malo usar un palito si después lo desinfectas bien. O quizás conoces un utensilo que podamos usar, que sea afilado, lo justo para no perforar fácilmente un tejido tan débil como el cuerpo de este parásito. Comenta, comenta lo que ves.



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(1) Dr. Eduardo Malmierca Cuadrado. Servicio de Medicina Interna- Enfermedades Infecciosas, Hospital del Norte, Madrid. Disponible en  http://www.vacunasyviajes.es/vacunasyviajes/Tunga_Atlas.html

domingo, 21 de julio de 2013

Fin de la primera parte

Lo bueno de Casa Patrick es que puedes ver la esencia de los niños. La inocencia que conduce sencillamente a cuidar del hermano. Hoy me decía Andrea que tengo muchas fotos de la Casa. Es verdad. Me maravilla ver a niños con retrasos mentales cuidando de los menos capaces a nivel físico. Empujan las sillas hasta el baño para que hagan pis. Los recogen del suelo si se caen, los alimentan. Es increíble que nosotros tengamos a aquellos que padecen Síndrome Dawn en centros especiales, aquí son especiales porque cuidan de los que no tienen fuerzas para hacer rodar su silla de ruedas sobre la arena. En verdad puede ser una Casa dura, pero tiene un encanto especial que no alcanzo a describir.

(Desayuno en la Casa)

(Actividades en la casa)

Volvemos con la maleta llena de proyectos. Hemos hablado mucho con los coordinadores italianos y tenemos un rumbo que podemos seguir a partir de ahora. Lo cual, me hace profundamente feliz. Comentaba alguien que aquí hay mucho trabajo por hacer, pero a nuestro regreso comienza otro trabajo; quizás más silencioso, pero vital para que aquí las ideas puedan florecer como material tangible que haga la vida más feliz a toda la pediatría.

(Preparados para la comida en el pabellón Neonatologia)

(Huerto de la Casa)

El traspaso está hecho y la vida continúa. Otro voluntarios vendrán (ya tenemos algún candidato en España), otros trabajadores... y mientras el Padre Hugo seguirá aquí entregando su vida por este pueblo. Me pareció curioso la familia que vino el otro día a entregar un poco de comida para el almacén. La mamá me miró a los ojos, y sonriendo me dijo, gracias por el trabajo que hacéis por nuestro pueblo.

(Visita de la mision de Naciones Unidas en RDCongo)

Aunque la vida diaria en África es difícil, es verdad que los africanos demuestran una jovialidad sorprenderte, una alegría que nosotros pocas veces comprendemos. Quizás sea porque su vida se basa más en la relaciones sociales, en el trato humano, que en el consumo de objetos. Pero este comportamiento no evita el sufrimiento que causa el dolor por la muerte de los seres queridos, por las enfermedades y el hambre, por las penurias y la miseria […].
Los africanos no son pobres, como si la pobreza hubiera bajado del cielo: se les ha empobrecido, privándoles de capital natural y de sus rentas, robándoles su ganado, exportando a sus hombres con capacidad productiva, pagando precios de miseria por su trabajo, ofreciendo precios de hambre por sus productos. Si le robamos a una familia todo lo que tiene y se le deja en la indigencia, si después su trabajo se remunera con ingresos que no alcanzan para subsistir, no hace falta realizar muchos informes para saber dónde está el origen de los problemas de esta familiai.

Estamos en deuda, ahora nos toca trabajar. Y contamos con amigos para hacerlo realidad, es lo que más me alegra. Gracias a todos. Los que habéis leído, difundido, los que habéis mandado e-mails preguntando dudas, mensajes de ánimo, consejos, a los que habéis resuelto nuestras dudas... GRACIAS A TODOS DE CORAZÓN. Este el principio de un nuevo sueño... no dejéis de estar ahí. Se os quiere.
Punto y seguido.










-En breve comenzaremos, gracias a la ayuda de algunos amigos, una nueva página Web con todos los proyecto y la información de Kimbondo en Español. 

iA. Santamaría, Desarrollo y subdesarrollo en África. Incluido en África en el Horizonte, Los libros Catarata, 2006. pp 159-162

viernes, 19 de julio de 2013

Al microscopio

Lo bueno de llegar es que es preciso saber partir. Estamos preparando la salida, por eso trabajamos con los enfermeros para poder hacer despacito el traspaso de todos los pacientes que hemos seguido estos días. Silvi ya sabe preparar las fórmulas de nutrición y cada día se mantiene ocupada cuidando de los malnutridos y estudiando los manuales. Papá Maloba ha cogido gran maestría en el arte de las curas. Hemos dado algunas clases y parece que ya comprende para que sirve cada cosa. El desinfectante... Los parches... Las gasas... Estos momentos de "enseñanza" son otras de las grandes alegrías que me llevo en la mochila. Son momentos compartidos. Ellos aprenden un poco de lo poquísimo que yo sé, y yo aprendo "un mucho" de la medicina tropical que ellos conocen al dedillo. ¿Os acordáis del chick?, técnicamente se llama Tunga Penetras (por fin hemos dado con el nombre) y no hay más solución que extriparlos como se pueda. Los manuales hablan de la asepsia, aquí se hace con un palito afilado... Así que la solución que se nos ocurrió no valía, porque no era para ese bicho.
Hoy he pasado un buen rato mirando al microscopio y descubriendo el plasmodium. Ha merecido la pena.



(Los niños y la tele...ay!)

(Sala de rayos X)

(Aprendiendo sobre la Malaria)

(Los miércoles... Sensibilización!!)

domingo, 14 de julio de 2013

Bonito trabajo

Lo bueno de la espiritualidad africana es que no tienen pudor en cantar. Los domingos la misa es una fiesta. Viene gente de fuera, y participa toda la pediatría. Desde Casa Patrick hasta los mayores, que son los que forman un pequeño coro y animan al resto a elevar cánticos. Me gusta y me llama la atención la forma de celebrar. Cantan, pero también bailan y siguen la música al ritmo desde que son bien pequeños. Por no hablar de los niños de 5 años que tocan el tan-tan, así de simple, como si fuera innato. Llevan el ritmo en el interior. El trabajo de los monaguillos aquí no se reduce a acompañar y ayudar, si no que además deben bailar acompasadamente. Es una delicia ver 7 pequeños danzando alrededor del altar acompañando al Padre que preside la ceremonia. Mientras, puedes ver a una madre dando de mamar a su pequeño. O a un padre que reza profundamente, absorto... quizás pida por su hijo.

La música de los entierros pone la piel de gallina... cantan para que el hermano que se ha marchado sea bienvenido en el cielo. Escuchar las voces roncas y bajas de los hombres, acompañando las agudas de las mujeres, aunque sean aficionados, es una auténtica experiencia para los sentidos. Y es que la vida sin música en Congo no es posible. Allá donde hay gente trabajando encontraremos un pequeño transistor con un cable por antena que sintoniza ritmos verdaderamente asombrosos. Las niñas y mujeres portan el agua en la cabeza, y algunas veces, puedes oír el sonido de la música que les acompaña gracias a los móviles que llevan. Música. Hoy me decía un alemán, que qué van a hacer sin luz... cantar para pasar el tiempo.

Otras muchas cosas hacen. Charlan, reciclan y arreglan todo lo que otros tiran (quizás debiéramos o estamos aprendiendo a la fuerza el arte de reparar lo que ya no sirve), inventan cosas como juguetes... Un vida rica, en la que la escasez de recursos, pone a prueba el ingenio.

Mientras, Hugo nos sigue contando historias apasionantes, curiosas, y las más de las veces, increíbles de Congo y Camerún. Como es domingo no hay mucho movimiento en el hospital, sólo aquellos que ya habían comenzado el tratamiento antipalúdico y deben continuarlo, o aquellos que llegan un poco más graves. Tranquilidad que te permite charlar con los pacientes ingresados en el pabellón de la tuberculosis y VIH. No sé si hablé de ellos, pero son de los pocos adultos, junto con la cardiología, que encontramos en la pediatría. El trabajo, la donaciones y el dinero que llega de Italia permiten que estos pacientes reciban los tratamientos antirretroviales. Y que las tuberculosis agudas sean tratadas. Gente que tiene poco para pagar la sanidad, y a los que además de tratamiento de cuando en vez les damos compañía, provocamos una risas y con todo ello les damos algo tan sencillo como cariño, y a veces unas pastillas de jabón para que se aseen. Muchas veces, muchas, en Kimbondo lo único que tienes que hacer es dar tu cariño. Hacen falta médicos y enfermeros, pero también gente con besos que repartir para todos aquellos que están viviendo la infancia en un orfanato y hospital. Igual que hacen los payasos en los hospitales de nuestro país. Repartir sonrisas y besos. No tienes que hacer otra cosa que dar cariño y amor a grandes y pequeños. Incluso a esos que te parecen que son grandes (12-14 años), pero que cuando los miras y les abres tu corazón te das cuenta de que no son más que niños que demandan tan solo un abrazo. Un poco de caso. Cariño y amor. Es, sin duda, el trabajo más bonito del mundo.
(Cathy disfrutando del sol)



sábado, 13 de julio de 2013

Tierra y solidaridad


Lo bueno de estar en África es que todo sorprende, desde que aterrizas y un mes después. Dice el Padre que 30 años después él no deja de asombrarse con algunas cosas (oh mamá nangai!!). Lo único es que ya empiezas a estar preparado para cuando se te va la luz mientras te duchas. Aún así, olvidas apagar los interruptores y a media noche, cuando la señal vuelve, te despiertas extrañado pensando que alguien ha entrado en la habitación.
Escuchar a gente con experiencia es extraordinario. Hay algunos que han compartido su vida con los más necesitados del continente negro y pueden explicarte (y corroborar) aquello que has leído en algún buen libro (recomendación: África en el horizonte. Introducción a la realidad socioeconómica del África Subsahariana. Ed. Libros de la catarata, 2006). Hace unos días hablábamos de la llegada del blanco y de sus formas de vida a esta tierra. Hoy el Padre nos explicaba como la tierra y la familia de la tribu eran lo importante. La propiedad pertenecía al grupo, y era el jefe quien te donaba una parte para que la trabajaras. Y la cultivabas para el sostenimiento de todos. Unos se dedicaban a un cultivo, otros a la ganadería... y gracias a la red solidaria todos tenían lo suficiente para vivir (que no sobrevivir). Existía variedad de cultivos, se acomodaban a la llegada de nuevos productos y los utilizaban... Con la llegada del interés occidental, preocupado en mantener la economía propia, comenzaron las producciones intensivas. Expropiaron tierras (arrancándoles parte de la esencia de unidad, porque durante años habían habitado y cuidado esas tierras, incluso estaban enterrados sus ancestros), se redujo la variedad de la producción agrícola a cambio de un mísero salario (que permite que nuestras exportaciones sean rentables) condenando a la población a la pobreza y a la supervivencia. Este cambio se produjo a nivel económico, pero también social. No digo que los matrimonios de conveniencia fueran buenos, pero permitía la continuidad del grupo. Era una familia la que se casa con otra, por eso decidían los mayores. Hoy emigran a las ciudades buscando un vergel que está agotado, o que es sólo para unos pocos, y los núcleos familiares se rompen, alejándose de lo que siempre han sido. Sembramos un caos curioso. Aún así, se siguen adaptando, y existe un mercado muy distinto al nuestro (y a la vez adaptado las leyes comerciales internacionales) y una red de solidaria que permiten la vida diaria. No olvidemos que se trata de una parte del mundo con una riqueza cultural, social y económica que tienes miles de años. Aunque nosotros sólo conozcamos someramente las costumbres egipcias en derredor del Nilo.
(Trabajando sin luz...)

Soni ha comenzado un nuevo tratamiento para la infección de la cadera, y se ha puesto en marcha la maquinaria para llevarle hacia la cirugía definitiva; que será lo que le ayude a volver a su vida normal. Seguimos trabajando codo con codo con los profesionales del hospital para mejorar la atención al paciente. Y es curioso, porque la llegada de ciertos voluntarios, sabia fresca, te ayuda a cargar pilas. No lo habría imaginado. Digo que seguimos apoyando la formación de todo el personal, y esperamos que ello permita mejorar el número de decesos de la Fundación. Para la malaria, de toda la vida, aquí han bebido el extracto de una planta de la que desconozco el nombre. Hoy tenemos quinina. 
(Esperando para cantar a los recién llegados) 

Quizás deberíamos conseguir mezclar ambas costumbres, la tradición y la tecnología. Como cuando compras una tierra y el estado congolés te da los papeles del catastro. Si no consigues que el jefe cotumier (el jefe de la aldea) te dé su permiso y acepte que trabajes la tierra... aquí no podrás hacer nada. Una mezcla, una adaptación que debes conocer y respetar si quieres vivir aquí. ¿Se imaginan a todo un pueblo preocupado por el sostenimiento y buen futuro de la tierra, de su tierra, pero que es de todos?
(Llegada de una donación)

(Cerveza a la luz de la linterna)

miércoles, 10 de julio de 2013

Conociendo Quinta

Lo bueno de viajar es que nunca sabes lo que te vas a encontrar. Hoy nos hemos desplazado a Quinta, el ranchito del Padre Hugo. Se trata de un proyecto de la cooperación italiana que pretende generar ingresos que sostengan la pediatría. Son un taco de hectáreas donde cultivan principalmente mandioca (base de la alimentación congoleña) con la que luego se fabrica el fu fu, la chikuanga y otra comida que no recuerdo. Viene a ser nuestro pan que acompaña todas las comidas. Además también cultivan piña, bananas, tienen algunas cabezas de ganado... Sirve también como instrumento para formar a algunos mayores de la pediatría y que aprendan un oficio. Aunque para esto todavía queda un poco (la primera promoción está ahora mismo en su primera misión en el ranchito).
(1 promoción de alumnos con P.Hugo)

El viaje, como siempre, increíble. Una carretera sembrada de camiones en reparación o directamente abandonados en la cuneta. 100 y pico km de bastante buena carretera (contaba Hugo que con la guerra todo quedó destruido y que desde hace unos pocos años pueden volver a cruzar el puente que voló el ejercito en su repliegue hacia la capital), 30 km de pista de arena, pero de la del desierto. He aprendido que para no quedarse bloqueado es necesario mover rápidamente el volante de izquierda a derecha. De esta forma parece que se abre el camino en la tierra y evitas dejar el 4x4 tirado... En total 4 horas de viaje de ida (aquí las distancias conviene medirlas en tiempo y no en kilómetros como hacemos nosotros) hacia el interno, hacia el corazón de Congo.
(Río que pasa por la finca)

(Secando la mandioca)

A la vuelta nos acompañó uno de los trabajadores, que después de todo el año currando, regresaba a Kinshasa para unas merecidas vacaciones en compañía de su familia e hijos. 3 me decía Guillén que tiene, y según afirma no tendrá más porque luego sale caro mantenerlos. Raro, porque la media que he podido hacer groso modo, supera los 5. Y lógicamente lo justifican... ¿qué pasa luego si alguno se me muere?... Debo tener muchos. -me decía el enfermero Edo, que de momento sólo tiene 2-.

Ver amanecer en la sabana congoleña (bastante distinta de la del Rey León), entre tanto matorral y algún baobab, merece la pena. Aunque creo que con la perspectiva elevada que te da un camión, debe ser aún mejor. Y así los ves viajar a ellos. Algunos sobre la carga de un Iveco repleto de carbón. Otros encima de una furgoneta de producción china. Donde haya espacio para aposentar el trasero, allá puede viajar un pasajero. Algunas veces es realmente exagerado. Toda la carga de piedras y 15 adultos sobre ella.

(En Quinta, todo solar)

Como decía, la sabana tropical es distinta y densa. Mucho matorral. Mucho. La solución que han encontrado es aprovechar esta estación seca en la que estamos para realizar quemas selectivas. Por un lado es una forma de poda natural (cuando lleguen las lluvias todo volverá a crecer con fuerza). Por otro les sirve de instrumento de caza, cuando lo usan en grupos coordinados, son capaces de ahuyentar a los animales convirtiéndolos en presas más fáciles que coger en la extensísima sabana en la que se mueven. Y es que aquí el fuego está muy presente. A falta de corriente es el utensilio para cocinar. Les calienta en las frías noches que estamos padeciendo (para ciudadanos con el cuerpo acostumbrado al abrasador calor del trópico, 20 grados, es mucho frío). Es además la manera de deshacerse de las basuras que generan. En la pediatría encontramos a diario pequeños incendios controlados que sirven para eliminar todos los desechos que producimos. El fuego y el carbón son por tanto grandes compañeros de la rutina diaria de cualquier congoleño. Con el peligro que muchas veces puede suponer. Aquí, no es raro recibir pequeños con quemaduras. O ver adultos con grandes marcas de guerra que se hicieron cuando era niños traviesos como lo hemos sido todos. A veces, sólo a veces, se les va de las manos y se genera un gran incendio incontrolable. Digo incontrolable porque se hace difícil extinguir las llamas en esa frondosa vegetación que os he contado; y que a partir de ahora y hasta octubre, cada vez estará más seca.
Feliz Ramadán.

(Preparando la mandioca)

(Plantación de piña)