miércoles, 10 de julio de 2013

Conociendo Quinta

Lo bueno de viajar es que nunca sabes lo que te vas a encontrar. Hoy nos hemos desplazado a Quinta, el ranchito del Padre Hugo. Se trata de un proyecto de la cooperación italiana que pretende generar ingresos que sostengan la pediatría. Son un taco de hectáreas donde cultivan principalmente mandioca (base de la alimentación congoleña) con la que luego se fabrica el fu fu, la chikuanga y otra comida que no recuerdo. Viene a ser nuestro pan que acompaña todas las comidas. Además también cultivan piña, bananas, tienen algunas cabezas de ganado... Sirve también como instrumento para formar a algunos mayores de la pediatría y que aprendan un oficio. Aunque para esto todavía queda un poco (la primera promoción está ahora mismo en su primera misión en el ranchito).
(1 promoción de alumnos con P.Hugo)

El viaje, como siempre, increíble. Una carretera sembrada de camiones en reparación o directamente abandonados en la cuneta. 100 y pico km de bastante buena carretera (contaba Hugo que con la guerra todo quedó destruido y que desde hace unos pocos años pueden volver a cruzar el puente que voló el ejercito en su repliegue hacia la capital), 30 km de pista de arena, pero de la del desierto. He aprendido que para no quedarse bloqueado es necesario mover rápidamente el volante de izquierda a derecha. De esta forma parece que se abre el camino en la tierra y evitas dejar el 4x4 tirado... En total 4 horas de viaje de ida (aquí las distancias conviene medirlas en tiempo y no en kilómetros como hacemos nosotros) hacia el interno, hacia el corazón de Congo.
(Río que pasa por la finca)

(Secando la mandioca)

A la vuelta nos acompañó uno de los trabajadores, que después de todo el año currando, regresaba a Kinshasa para unas merecidas vacaciones en compañía de su familia e hijos. 3 me decía Guillén que tiene, y según afirma no tendrá más porque luego sale caro mantenerlos. Raro, porque la media que he podido hacer groso modo, supera los 5. Y lógicamente lo justifican... ¿qué pasa luego si alguno se me muere?... Debo tener muchos. -me decía el enfermero Edo, que de momento sólo tiene 2-.

Ver amanecer en la sabana congoleña (bastante distinta de la del Rey León), entre tanto matorral y algún baobab, merece la pena. Aunque creo que con la perspectiva elevada que te da un camión, debe ser aún mejor. Y así los ves viajar a ellos. Algunos sobre la carga de un Iveco repleto de carbón. Otros encima de una furgoneta de producción china. Donde haya espacio para aposentar el trasero, allá puede viajar un pasajero. Algunas veces es realmente exagerado. Toda la carga de piedras y 15 adultos sobre ella.

(En Quinta, todo solar)

Como decía, la sabana tropical es distinta y densa. Mucho matorral. Mucho. La solución que han encontrado es aprovechar esta estación seca en la que estamos para realizar quemas selectivas. Por un lado es una forma de poda natural (cuando lleguen las lluvias todo volverá a crecer con fuerza). Por otro les sirve de instrumento de caza, cuando lo usan en grupos coordinados, son capaces de ahuyentar a los animales convirtiéndolos en presas más fáciles que coger en la extensísima sabana en la que se mueven. Y es que aquí el fuego está muy presente. A falta de corriente es el utensilio para cocinar. Les calienta en las frías noches que estamos padeciendo (para ciudadanos con el cuerpo acostumbrado al abrasador calor del trópico, 20 grados, es mucho frío). Es además la manera de deshacerse de las basuras que generan. En la pediatría encontramos a diario pequeños incendios controlados que sirven para eliminar todos los desechos que producimos. El fuego y el carbón son por tanto grandes compañeros de la rutina diaria de cualquier congoleño. Con el peligro que muchas veces puede suponer. Aquí, no es raro recibir pequeños con quemaduras. O ver adultos con grandes marcas de guerra que se hicieron cuando era niños traviesos como lo hemos sido todos. A veces, sólo a veces, se les va de las manos y se genera un gran incendio incontrolable. Digo incontrolable porque se hace difícil extinguir las llamas en esa frondosa vegetación que os he contado; y que a partir de ahora y hasta octubre, cada vez estará más seca.
Feliz Ramadán.

(Preparando la mandioca)

(Plantación de piña)


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