Lo bueno de África para mí (humildemente hablando) es que te permite conocer la esencia, lo
propio del ser humano. Y lo propio del ser humano a veces no me
gusta. La miseria es mala por muchos motivos, uno de ellos, que
puedes llegar a vender tu integridad por culpa de ella. El Padre habla de la
riqueza y el mal que hace, cómo desvirtúa al ser humano desviándolo
de su esencia. Pero la pobreza, la miseria, hace exactamente lo
mismo. Por eso le roban, por eso le mienten, y por eso intentan hacer
lo posible por sacar del hombre blanco aquello que pueden. El no
tener ni para comer, la desesperación, hacen aflorar comportamientos
del ser humano que no había imaginado. Por eso cada vez creo más en
la necesidad de que exista un reparto equitativo de todos los
recursos. Por que los que tienen mucho, se desviarán de su
naturaleza. Y los que tienen nada, venderán su alma para poder
comer. Aunque puedo justificar al pobre, pero al avaro no le
encuentro sentido.
Seguimos en Kimbondo 3 semanas después
enfrentándonos a casi las mismas cosas. Algunos toritos, como les
llama afectuosamente el Padre -refiriéndose a los niños más
grandes-, están enfermos y estamos cuidando de ellos. Ema, con una
grave hepatitis se queja del dolor. Sin embargo, una mano amiga, un
poco de mimos y un poco de música mp3 consiguen que concilie el
sueño por un rato. Me llama la atención el que niños de 11 años
sigan demandando algo tan básico como un simple beso, un abrazo, o
un poco de cariño... así sin más, como si tuvieran 4.
Los malnutridos, por el momento, han
dejado de llegar a la pediatría. Aún así la estación seca no ha
hecho más que empezar, y los documentos que leo a diario de UN no
parecen muy alentadores. Mientras, seguimos con dosis a raudales de
Quinina para luchar contra la salvaje malaria (recuerdo que mi abuela
mi hablaba de esta droga amargaba como mil demonios, oh! Mama Nangae
-oh madre mía). Pero afortunadamente tenemos un tratamiento que
funciona.
Hablo con los doctores, y mirando
lejos, el Dr. Kambian me desvela una de las realidades para él como
científico. En el hospital puede observar bastantes de las
patologías que ha estudiado en la carrera, pero a falta de medios
técnicos, sólo puede hacer eso. Observarlas. No tiene tratamiento
posible (a pesar de que conoce cual es) que ofrecerle al niño. Es
curioso... médicos que estudian patologías que observarán pero que
no podrán curar, sólo eso, verlas...
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