viernes, 28 de junio de 2013

En botica

Lo bueno de que algún voluntario de Kimbondo se vaya es que se hace una fiesta. En este caso se marcha Trinidad, la monja burgalesa que lleva aquí 4 años. La fiesta en Casa Patrick (la de los discapacitados) ha sido emocionante. Los niños han comido, bailado, reído y cantado para la hermana que se despedía. Hoy es su última noche aquí, y puedo entender su preocupación por el futuro de todos estos niños. Aunque en el fondo ella y yo sabemos que la Casa queda en buenas manos.

Congo no tiene ese color radiante de África. Echo de menos las noches estrelladas donde ves el cielo rebosante de luciérnagas... todo son puntitos blancos. O por el día, el cielo azul intenso... aquí no, aquí hay una continua calima que no sé explicar muy bien. Incluso en los días de calor, de sol radiante, el cielo no es el mismo que he conocido en otras partes de África. Recuerdo viajar por España con mi mujer y parar el coche en medio de la nada y admirar las estrellas. Aquí no pueden disfrutar de esa belleza natural (por lo menos en la estación seca que es lo que conozco).
Hemos puesto en marcha el protocolo de atención al malnutrido. Hemos elaborado unos carteles para la sala intensiva y para el pabellón de neonatología. Les hemos enseñando a preparar las leches de alimentación especiales... ahora sólo queda que cuando nos marchemos sigan trabajando como han aprendido. Se han puesto los medios, técnicos y de formación, ¿funcionará?.

En la sala intensiva trabajan en tres turnos algunos enfermeros. Os los voy a presentar, porque a falta de un intensivista, son ellos los que manejan la sala. Mamá Nicole, joven y parlanchina. Mamá Jessica, metódica y calladita. Papá Edo, una máquina que no para de trabajar. Papá Philibert, el capo; el más anciano, el que dirige el cotarro. Entre los cuatro manejan la sala 24 horas al día, 7 días a la semana. Son cuatro y se sobran y se bastan para atender una sala en la que hay sitio para 14 pacientes (ó 16 si la situación lo requiere) y que suele estar casi siempre repleta. Ah! Aquí también hay estudiantes, y de vez en cuando te puedes encontrar con Mamá Jennifer haciendo sus prácticas. Ellos son los encargados de ejecutar los tratamientos y evaluar a los pacientes. Además, cuando se trata de niños del orfanato son también los auxiliares de enfermería, listos para asearlos, darles de comer, etc. Esta figura aquí realmente no existe, así que hemos conseguido inventarlo. Son las madres las que se encargan de la alimentación de los pequeños, de su cuidado básico, así que también impulsamos la educación de estas madres. Todos los miércoles hay una trabajadora (disculpen que no recuerde su nombre) que se dedica a realizar las tareas de educación para la salud. ¿cuándo hay que ir al médico? ¿qué deben comer los niños? ¿cómo se previene el Sida?... es curioso verla con el megáfono... a voces... gritando cosas que no entiendo pero a quien la mayoría de la gente parece prestar atención.

Mamá Aminata es la farmacéutica y a la vez supervisora de enfermería. Estudio en Bélgica, y se nota su calidad a la hora de trabajar. Otra máquina, con ganas, y a la que todo el mundo respeta en Kimbondo. No os puedo presentar a todos los médicos y trabajadores porque son más de 100, pero he de deciros que, como en bótica, hay de todo. Los hay vagos y maleantes, y los hay asombrosamente volcados en lo que hacen... aunque en general podemos regirnos por la regla africana de Hakuna Matata. Sin prisa, hacemos las cosas poco a poco. La prisa mata, quiero amigo.

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