Escojo el mp3 para que suene
aleatoriamente. Mientras suena I wonder soy más consciente de que
comienza el viaje a África, y soy consciente de aquello que leí en
algún libro, de que, tal vez no sea África el mejor sitio para el
turismo moderno, pero sí para recuperar la magia de la existencia
humana. Y esto es una carga de viaje que se me hace muy agradable.
Las expectativas, como siempre son
muchas, pero lo mejor es dejar los pensamientos a un lado y procurar
que sea la propia esencia, la propia sonrisa de los niños los que
nos lleven lejos.
Para aquellos que no conozcan haremos
un pequeño plano de la pediatría y de la estructura de la Fundación
pediátrica.
Por un lado tenemos la atención
sanitaria: realizada a través de unas cuantas instalaciones:
pabellón de cirugía menor, Rayos X y laboratorio (es curioso
observar el libro de análisis... al día hacen más de 100 test de
gota gruesa para malaria...), sala para el dentista (que viaja cada
cierto tiempo desde Italia). Otro pabellón es para aquellos
pacientes adultos, y sin recursos, enfermos de VIH u otras patologías
como tuberculosis, hepatitis... Son los únicos adultos que
encontramos por allí. En ese mismo pabellón encontramos la zona de
hospitalización general para niños, con especial enfoque
cardiológico (se ven algunos doctores voluntarios y sin vacaciones
que merodean por la sala ajustando los tratamientos) y el pabellón
de consultas y la sala intensiva. Éste queda cerca de la entrada,
por lo que se mezclan pacientes externos, que van colgando de la
espalda de sus madres buscando algún tipo de atención médica, con
los propios habitantes huérfanos de Kimbondo..
También tenemos la farmacia (y almacén
de suministros sanitarios), tenemos el maravilloso centro
transfusional (del que todos estamos tan orgullosos), los cimientos
de lo que será el quirófano, cocinas, lavanderías y capilla.
La otra pata de esta fundación, de
este cuidado integral del niño sin recursos... el orfanato. Divido
en varios pabellones según la edad, y con uno especial para los
menos capacitados (o que requieren mayor atención). Encontramos
hacia el final la joya de los voluntarios, el pabellón de
neonatología... maravilloso mundo de niños.
Circundando la pediatría tenemos las
escuelas Padre Claret Kinshasa, para todos los niños de la
pediatria, pero también para los del barrio. Que no es más que el
extrarradio de la gran capital. En concreto se llama Mont Ngafula, o
monte verde. Y desde aquí os escribimos. Pero las historia están
aún por contar... espero que las queráis leer. Pero ahora, sshhhh... todos duermen.
Pd: muchísimas gracias a todos por
vuestro apoyo, ha sido una pasada. Lo malo, me compromete a contaros
muchas cosas... espero estar a la altura.
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