Lo bueno de los niños es que te
devuelven una sonrisa que es capaz de devolverte la fuerzas si las
has perdido. Tan inocentes y con tanta fuerza. Hace unos días os
hablaba de la neumonía de un pequeño, rápidamente está cogiendo
fuerzas. Pero ingresó Sonya, una niña de un mes con la malnutrución
más severa que yo haya visto (aunque tampoco es que pueda presumir
de una experiencia grande). Pues deberéis saber que lleva en
tratamiento un día y medio y está mejorando. No sólo porque
hayamos conseguido que se siga el protocolo, si no porque hemos
conseguido que la madre se involucre. Al ver a la niña en la cuna,
con la sonda puesta, le daba miedo (pienso yo...).
Tranquilamente le explicamos que cogerla en brazos es fundamental, el
amor todo lo cura. También le explicamos la rutina de alimentación
que tenía que seguir (ver) y lo está cumpliendo. Se sorprendió de
que un mundele (un blanco, un dólar con patas, que creo que decía
Kapuscinski) se acercara hasta la sala de cuidados intensivos en
medio de la noche (las 22:30) para asegurarse de que el bebé comía.
Creo que eso animó a la mamá a luchar y a cuidar intensamente de su
pequeño (quizás el octavo que tiene) y hoy habían desaparecido la
hipotermia y el letargo. En los manuales se dice una cosa curiosa
sobre felicitar a la madre y al personal enfermero cuando hacen las
cosas bien. Creo que es de los puntos más importantes. No podemos
comportarnos como máquinas que hacen su trabajo y punto. Aquí hay
que explicar muy detalladamente hasta la última cosa que hay que
hacer.
Los mitos, las leyendas, los rumores son casi como una cultura
paralela que vive en Congo, y creo que en toda África. Y además, en
todo lo relacionado con las enfermedades, la cosa se agrava.
Mitología sobre los niños que no comen (o que no se agarran bien a
la teta...), sobre el Sida y las formas de curación, sobre los
discapacitados (relacionando éstos con castigos divinos)... y un sin
fin de cosas curiosas y directamente ligadas al nivel de
educación (también en aquellos que estudian cualquier cosa, ya que
estoy comprobando que la rumorología es como otro tipo de educación
paralela que reciben y que asumen como ciencia... casi todos). O los
estereotipos... me decía un amigo que, charlando con algún
africano, éste le había confesado que sabía que él era rico...
sencillamente porque tú como blanco tienes la opción de viajar a
África, pero él nunca podrá salir de aquí. Un niño me confesó
que de mayor quería ser médico para tener un chófer. Otro que
cuando fuera grande iba a viajar a Europa para volverse blanco y
regresar a la pediatría con un montón de regalos para todos los
niños... Un padre de un paciente del hospital se dirigió hacia mí
como doctor, y le dije que no lo era. Miró mis zapatos y me espetó:
“pero si un mundele lleva zapatos de doctor, es porque debe ser
doctor”, refiriéndose a mis chanclas del Frank de la Jungla. Y yo,
que no soy ni enfermero sólo pude devolverle una sonrisa y escuchar
lo que me tenía que decir. He vuelto a conversar con los que llevan
aquí 30 años y han conocido la verdadera miseria africana. No tengo
palabras para poder imaginar como debió ser aquella época, lo que
puedo constatar es que dentro del caos, las cosas van mejorando
lentamente.
El libanés que me atendió en una tienda me confesó que
en Kinshasa hay mucho dinero, pero mucho. Que hay buen bussines. El problema, como siempre, el reparto de ese dinero y el
provecho que unos pocos pueden sacar de él a costa de unos muchos.
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