Lo bueno de esta vida es que hay gente
pa' to. Hay voluntarios que llegan a Kimbondo que no saben muy bien en donde aterrizan, así que los pobres 24 horas después tienen que
salir escopetados. Los hay que vienen a hacer su trabajo, y no se les
puede pedir más. Los hay que se entregan y trabajan en todo aquello
que se les pide y estar a su lado es una maravilla. A todos se les
acoge por igual en la pediatría. Me admitieron a mí, imagínense.
Hoy tengo el placer de recordar a
Sonya, la niña que llegó prácticamente muerta a la sala intensiva.
Pasó con nosotros alrededor de una semana y después desapareció.
Hoy ha vuelto para un control rutinario... espontáneamente. No la
había vuelto a ver, y hoy entre el bullicio de la zona de espera,
allá estaba la mamá con Sonya entre los brazos. Ha cogido peso,
podemos volver a afirmar que la lactancia materna es efectiva, y está
sin fiebre y sin ninguna señal que haga pensar que pudiera estar
enferma. La mamá estaba aseada y con un bonito vestido. Que gran
alegría. Una de las que tenemos en el día y a las que fuertemente
me agarro para poder seguir trabajando.
El mío padre intentó enseñarme a
jugar ajedrez, y jamás tuve paciencia para aprender en condiciones.
Aún así descubrí que acá juegan mucho a las damas. La propuesta
de hoy, enseñar a algún niño a entender el movimiento de la guerra
en el tablero. Imaginaros la escena. Un niño que apenas habla
francés, yo que lo hablo pésimamente. El alfil sólo se mueve en
diagonal, pero el caballo salta... bueno, al final hemos echado 4
partidas. Y parece que ha comprendido que el objetivo es comer el rey
del rival. Como no sé decir rey en francés, le he puesto el nombre
del presidente del país. Y parece efectivo, Kolia Kabila (hay que
comer a Kabila). Peón para allá, torre para acá. A todo esto hay
que sumarle que hemos tenido que fabricar la figuras sobre unas
chapas de litrona Primus... la que bebemos aquí. Teníamos un
tablero, pero la dimensiones eran demasiado grandes y hemos tenido
que ajustarlo. Ha sido divertido pasar a tarde nuevamente en Casa Patrick.
Cathy come con ganas, se mueve, mira,
llora si se queda con hambre. Mañana hemos propuesto comenzar con
los ejercicios de fisioterapia y de estimulación sensorial, no se
preocupen que me encargo de que todo ello se cumpla.
Hemos descubierto que, después de
comprar las baterías nuevas para todos los vehículos, hay alguien
que los ha reemplazado por otras viajas, ¿quién se iba a fijar si las baterías eran nuevas? Y
ese alguien seguro que se ha sacado un buen dinero. Pero así es la
vida en el Congo. Muy parecido al pícaro español del Lazarillo de
Tormes. Listo como ninguno. Cuando todos intentaban aparentar lo que
no son, que poseen aquello que no tienen, con la camisa llena de
migas de un fu-fu (pan de mandioca) que no han comido. Y es que el hambre agudiza el ingenio... de toda la vida.
Si yo fuera presidente Nueva Campaña de ACH
Lo bueno de tener un amigo en el Congo es que te cuenta otra vida, otro mundo, que te acerca un poco y del que aprendes.
ResponderEliminarMucho ánimo y a seguir con tu colección de sonrisas.
Una de mi parte ;)
Jose S.
Lo bueno de tener un hermano es que siempre esta ahí para darte fuerzas. Gracias, así sin mas
EliminarGracias Rodrigo por estos relatos, nos haces viajar, ver y sentir contigo. Un beso hermano
ResponderEliminarGracias Milano por acompañarme en el camino, y por leer estas humildes palabras. Seguiremos de caza. Mientras la misma luna ilumina hasta que alcancemos nuestro horizonte. Gracias
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