Lo bueno de que algún voluntario de
Kimbondo se vaya es que se hace una fiesta. En este caso se marcha
Trinidad, la monja burgalesa que lleva aquí 4 años. La fiesta en
Casa Patrick (la de los discapacitados) ha sido emocionante. Los
niños han comido, bailado, reído y cantado para la hermana que se
despedía. Hoy es su última noche aquí, y puedo entender su
preocupación por el futuro de todos estos niños. Aunque en el fondo
ella y yo sabemos que la Casa queda en buenas manos.
Congo no tiene ese color radiante de
África. Echo de menos las noches estrelladas donde ves el cielo
rebosante de luciérnagas... todo son puntitos blancos. O por el día,
el cielo azul intenso... aquí no, aquí hay una continua calima que
no sé explicar muy bien. Incluso en los días de calor, de sol
radiante, el cielo no es el mismo que he conocido en otras partes de
África. Recuerdo viajar por España con mi mujer y parar el coche en
medio de la nada y admirar las estrellas. Aquí no pueden disfrutar
de esa belleza natural (por lo menos en la estación seca que es lo que conozco).
Hemos puesto en marcha el protocolo de
atención al malnutrido. Hemos elaborado unos carteles para la sala
intensiva y para el pabellón de neonatología. Les hemos enseñando
a preparar las leches de alimentación especiales... ahora sólo
queda que cuando nos marchemos sigan trabajando como han aprendido.
Se han puesto los medios, técnicos y de formación, ¿funcionará?.
En la sala intensiva trabajan en tres
turnos algunos enfermeros. Os los voy a presentar, porque a falta de
un intensivista, son ellos los que manejan la sala. Mamá Nicole,
joven y parlanchina. Mamá Jessica, metódica y calladita. Papá Edo,
una máquina que no para de trabajar. Papá Philibert, el capo; el
más anciano, el que dirige el cotarro. Entre los cuatro manejan la
sala 24 horas al día, 7 días a la semana. Son cuatro y se sobran y
se bastan para atender una sala en la que hay sitio para 14 pacientes
(ó 16 si la situación lo requiere) y que suele estar casi siempre
repleta. Ah! Aquí también hay estudiantes, y de vez en cuando te
puedes encontrar con Mamá Jennifer haciendo sus prácticas. Ellos
son los encargados de ejecutar los tratamientos y evaluar a los
pacientes. Además, cuando se trata de niños del orfanato son
también los auxiliares de enfermería, listos para asearlos, darles
de comer, etc. Esta figura aquí realmente no existe, así que hemos
conseguido inventarlo. Son las madres las que se encargan de la
alimentación de los pequeños, de su cuidado básico, así que
también impulsamos la educación de estas madres. Todos los miércoles
hay una trabajadora (disculpen que no recuerde su nombre) que se
dedica a realizar las tareas de educación para la salud. ¿cuándo
hay que ir al médico? ¿qué deben comer los niños? ¿cómo se
previene el Sida?... es curioso verla con el megáfono... a voces...
gritando cosas que no entiendo pero a quien la mayoría de la gente
parece prestar atención.
Mamá Aminata es la farmacéutica y a
la vez supervisora de enfermería. Estudio en Bélgica, y se nota su
calidad a la hora de trabajar. Otra máquina, con ganas, y a la que
todo el mundo respeta en Kimbondo. No os puedo presentar a todos los
médicos y trabajadores porque son más de 100, pero he de deciros
que, como en bótica, hay de todo. Los hay vagos y maleantes, y los
hay asombrosamente volcados en lo que hacen... aunque en general
podemos regirnos por la regla africana de Hakuna Matata. Sin prisa,
hacemos las cosas poco a poco. La prisa mata, quiero amigo.